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La mediación desde el trabajo social

Hoy 21 de enero se conmemora el día internacional de la mediación. Voy a dedicarle una entrada a este tipo de práctica que el trabajo social ha sabido absorber incorporando una interesante perspectiva que no solo busca la resolución de un conflicto concreto, sino otro tipo de beneficio que impacte en lo social.

La Mediación es un proceso voluntario en el que dos o más partes involucradas en un conflicto trabajan con un profesional imparcial, el mediador, para generar sus propias soluciones para resolver sus diferencias

Algunas de las características más destacadas de esta práctica son que ambas partes se prestan al proceso con la voluntad de colaborar, sabiendo que el mediador escuchará por igual las distintas posiciones y trabajará por una medida consensuada que satisfaga a todos los interesados. En la actualidad la mediación dentro del ámbito judicial es la más conocida y se posiciona como una alternativa interesante a los litigios que además suele ser salir más rentable que los juicios tradicionales. Es por esto que gran parte de los profesionales dedicados a esta actividad tengan estudios relacionados con derecho.

La figura del mediador imparcial debe mantenerse en su postura sin implicarse de más por ninguna parte, y debe ser capaz de encontrar puntos de acuerdo y favorecer siempre el bien común. Debe concretar las propuestas que lancen en hechos concretos y controlar las situaciones de crisis cuando aparezcan descalificaciones o expresiones irónicas que falten al respesto. Palabras como “nunca” o “siempre” no deben permitirse en el argumentario de los implicados, ya que acrecienta el conflicto y suelen ser afirmaciones falsas e injustas. Tras diversas reuniones, tanto conjuntas como por separado y siempre pactadas entre los interesados, se suscribe un compromiso de acuerdos a cumplir.

El valor añadido del trabajo social

dentro de la mediación es que no se limita a conflictos económicos o de bienes, sino que aporta una perspectiva que va más allá de lo puramente patrimonial. Independientemente de la vicisitud objeto de la intervención la intervención también puede buscar un beneficio social entre las partes. La mejora de la comunicación, el reconocimiento del daño realizado, o un compromiso de buena conducta se pueden trabajar de manera paralela a la necesidad manifestada. Por ejemplo si se quiere establecer un calendario de custodia compartida un mediador hábil es capaz de trabajar la relación entre los padres y los hijos si estos se prestan a ello.

Por otro lado existe la mediación social pura como forma de intervención en la que el conflicto a resolver suele ser de tipo relacional entre familias. Se actúa de igual manera a la que acabo de describir pero con el fin de crear acuerdos de tipo conductual o de mejora de una situación. En este caso es indispensable que el profesional de referencia tenga una titulación relacionada con el ámbito social, y es recomendable que sean dos personas las que dirijan el proceso. Otro tipo de mediaciones son las escolares, laborales, comunitarias, penitenciarias…

Es por esto que los profesionales de lo social tenemos otro ámbito en el que podemos y debemos aportar nuestra praxis profesional.  Como agentes sociales de cambio tenemos mucho que decir en conflictos de intereses en los que subyacen otro tipo de necesidades sociales tales como relaciones familiares o laborales. Os adjunto un interesante artículo científico firmado por Mikel Abal que tuve suerte la suerte de conocer como profesor en el Máster de menores que trata sobre la mediación social con adolescentes implicados (pag.140)

En días como este es importante reivindicar nuestra profesión, ya que la población en general debe conocer los beneficios que puede tener la mediación cuando está a cargo de un profesional de lo social.

La mediación social desde Jábega social

Desde Jábega social implemento este tipo de procesos especialmente en el colectivo de menores, jóvenes y familias. La falta de comunicación adecuada entre los agentes de una familia hace perdurar conflictos de forma crónica sin que se busque solución alguna. En estas edades tan vulnerables conviene contar con un profesional que establezca diálogo entre las dos partes para consensuar acuerdos perdurables en el tiempo.

Tener como facilitador del proceso a un trabajador social conlleva poder mejorar de forma paralela las condiciones sociales y el clima relacional de la familia. La mediación social es la mejor alternativa cuando se busca ir más allá del conflicto puntual y se quiere apostar por solucionar esas relaciones que ya se daban por perdidas  El trabajo social tiene respuestas una vez más

Una buena forma de ejercer la mediación es a través del ejercicio libre. Si quieres emprender en Trabajo Social y diseñar las bases de tu proyecto tienes que ver nuestra formación especializada pinchando aquí

 

 

 

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